Declaración a cerca de nuestra identidad eclesial





La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana es una iglesia ecuménica e inclusiva. Nuestra identidad no es estrictamente católica, episcopal, ortodoxa, protestante o evangélica; porque en la medida que nos identifiquemos con una de esas tradiciones excluimos a las personas con otra tradición; por lo tanto, todas ellas confluyen a través de quienes la integramos; pues desde nuestro orígenes hasta ahora participan personas provenientes de las iglesias: Católica Romana, Veterocatólica, Episcopal, Metodista, Ortodoxa Armenia, Luterana y Evangélicas Pentecostales; también la integran personas que se definen como cristianas independientes, agnósticas y ateas; y es que Jesús, el Maestro y el Señor (Jn 13,13) no ha perdido vigencia y capacidad de convocatoria, interpelando a los hombres y las mujeres de todos los tiempos (Mc 1,27), invitándolas a ser parte de su proyecto transformador de la sociedad y la cultura (Mc 10,17-27; Jn 1,35-47), al que llamó Reino (Lc 17,21), cuya concreción es la justicia, la solidaridad y los derechos de todas las personas, especialmente de las oprimidas y excluidas (Lc 4,18-21 cf Is 61,1), para que gocen de vida digna, plena y abundante (Jn 10,10).

Nos identificamos con el movimiento de Jesús y la iglesia antigua pre constantiniana (siglos I al III): comunidades autónomas y diversas en sus teologías, tradiciones y prácticas litúrgicas, como lo eran las iglesias de Jerusalén, de Antioquía, de Corinto y de Roma, entre otras. Nuestro lema es: “en lo que es necesario: unidad, en lo que es dudoso: libertad, en todo caridad” (San Agustín de Hipona, 354-430).

Entendemos que es “propiamente católico lo que fue creído en todas partes, siempre y por todos” (San Vicente de Lerins, 450 dC), por lo tanto, vivimos la esencia de la catolicidad de la primera iglesia, haciendo del credo apostólico nuestro único cuerpo doctrinal, porque proclama las verdades de fe, comunes a todas las tradiciones eclesiales, definidas en los Concilios Ecuménicos de la Iglesia no dividida del primer milenio.

Somos una iglesia que invita a todas las personas a la Fiesta de la Vida (Mt 22,9-10), sin distinción, porque creemos y profesamos “que Dios no hace diferencia entre las personas” (Hch 10,34). Pero no podemos negar, que siguiendo el ejemplo de Jesucristo, sentimos una predilección especial por aquellas personas que, tanto el sistema político como religioso, vulnera en sus derechos y dignidad (Lc 6,21-22), por eso, siguiendo su enseñanza servimos (Mt 20,28; Jn 13,12-17) a nuestros hermanos y nuestras hermanas, que son el octavo sacramento (Mt 25,34-45).

Nuestra identidad no se debiera manifestar en las expresiones litúrgicas, en los ornamentos, en los tipos de oración, esa no es la característica de las discípulas y los discípulos de Jesús. Nuestra identidad se testimonia a la sociedad y las otras iglesias, haciendo lo que Jesús nos manda (Jn 15,7): amar (Jn 13,34-35). Un amor que se expresa en comunión fraterna (Hch 4,32-35), en acciones liberadoras y sanadoras (Hch 3,6), en solidaridad (Hch 2,45; 4,34), dando testimonio de nuestra fe (1Pe 3,15). La vida litúrgica es el lugar donde volcamos la fe compartida en estas acciones. Sin un servicio real la vida litúrgica no tiene sentido; el evangelista Juan equipara la Eucaristía al Lavatorio de los Pies (Jn 13,1-20); por eso, Eucaristía y Servicio están intrínsecamente unidos; para las personas miembros de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, no puede haber uno sin el otro.

No somos una iglesia de sacrificios, con víctima, sacerdote y altar; esa es herencia pagana asumida por el cristianismo. Somos una iglesia que celebra la vida y el amor incondicional de un Padre Bueno que sale al encuentro de la humanidad, sin tomar en cuenta el pasado, restituyéndole derechos y dignidad (Lc 15,11-32); somos conscientes que compartiendo el sacerdocio universal (1Pe 2,9) participamos de la Eucaristía siguiendo el mandato del Señor (1Co 11,24).

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, es una iglesia pequeña (Mt 13,31-33), de gente sencilla y con limitaciones (1Cor 1,26), abierta a todas las personas (Hch 10), comprometida con los derechos humanos y la dignidad humana (Jn 10,10), radical en el seguimiento del Maestro (Lc 9,62), convencida que Dios guía nuestros destinos (Fil 1,6), emergente en medio de la sociedad, la cultura y las otras iglesias (Mt 5,14-16).

Está claro, que generalmente uno escribe el deber ser y no lo que es, pero con este horizonte, caminamos tras las huellas del Señor (Lc 5,11), seguros de que nos cuida (2Cor 12,9) en el camino de la vida y compensa nuestras falencias (Sal 137,8).

Bendiciones a todos y todas.
++Julio, Obispo de la Iglesia Antigua. Provincia Diversidad Cristiana de la Comunión Anglicana Libre.

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